El exilio republicano español representó, además de la pérdida para el país de sus más prominentes judíos (Max Aub, Margarita Nelken, Máximo José Kahn, Menahem Corial, Alfredo Bauer, etc.), la interrupción de la vida judía en el país, con el cierre de las sinagogas y la ilegalización de las comunidades. Si las primeras comenzaron a renacer hacia 1948, la segunda no pudo cerrarse hasta 1964 de una forma tímida y en 1967 con una ley de mayor tolerancia religiosa.