Los judíos polacos constituyeron en Chile una minoría dentro de otra minoría. Heterogénea de acuerdo a la época de llegada - antes o después de la guerra - situación socioeconómica, historia de origen y su relación con Polonia y con la cultura polaca. En la mayoría de las situaciones fueron migraciones obligadas por expulsión o persecución. El país al que llegaron era un exilio. Muchos fueron refugiados o sobrevivientes.
Desde finales del siglo diecinueve e inicios del veinte Polonia, vivió un florecimiento intenso, político, social y cultural. Generó literatura, folklore, música, y el idish pasó de una lengua coloquial a una lengua de moda, literaria, acerbo que llevaron a Chile. Una expresión de ello fue el Poilishe Farband, que mantiene la denominación de Unión de Judíos Polacos: hay elementos culturales que se permean entre ambos pueblos y hay mucha fuerza en lo “polaco” de los judíos de Polonia. No son los únicos: su propio dejo tienen también los de Bukovina, Besarabia, Rusia, Ucrania)
Chile por su parte, es un país de inmigrantes En los años de la inmigración mayor de la población judía polaca, llegaron también judíos de otras partes: alemanes, británicos, croatas, italianos, franceses, palestinos, griegos, holandeses y suizos, entre otros, a los que debe sumarse el crecimiento demográfico. Queda el hecho que hablamos de grupos pequeños en un país pequeño y en el fin del mundo. El acceso al país era muy dificultoso aunque mejoró con la construcción del ferrocarril trasandino (1910) desde Mendoza posibilitando la llegada desde el Atlántico. En 1914 con el Canal de Panamá, Chile se acerca al resto del mundo.